Fernanda, el oráculo de ojos tornasoles

Esta es una historia despeinada que parte de un trabajo de corto plazo, que se convirtió en un gran triunfo con el tiempo. son palabras descaradas que buscan hacerse un camino sobre una montaña de cenizas de lo que antes era el silencio.

Por Juan Pablo Valero

Amo tus pasos

«Amo tus pies porque anduvieron sobre la tierra y sobre el viento y sobre el agua, hasta que me encontraron»

Neruda

Las cosas del destino nos llevó a una llamada teléfonica, teníamos que trabajar juntos en un proyecto, al cuál ella llegó por cosas de la vida. Luego de colar el teléfono, sabía que no había presión, que ella era la indicada y los próximos días estábamos destinados a marcar los primeros pasos de una historia sublime, que aún sigue su travesía hacia el porvenir.

Tuve el honor de conocer a su familia, a su padre, a su madre; quienes me hicieron sentir como en mi propia casa allá por los lados de San Fernando de Apure.

Nuestra relación es particular, porque no la conocí de forma directa, sino por el relato de sus seres queridos, ahí supe que no era una chica promedio, que era una especie de Doña Bárbara de ojos azules.

San Fernando de Apure

Hasta ese momento, yo nunca había visitado a San Fernando de Apure y en el camino, la mamá de Fernanda, la señora Carmen, me daba la clase más espectácular de geografía, historia y gastronomía, mientras la carretera nos llevaba al epicentro de la historia de Fernanda.

Pasado el tiempo comprendí que esa fuerza indomable de Fernanda Zabian, viene de su madre y esa nobleza eterna, viene de su señor padre.

En esta ciudad, supe muchas historias de ella, de cómo su alegría y forma de ser fueron conquistando a los pobladores de la ciudad de la esperanza.

De ella me contraron que era capaz de cargar enormes sacos de alimento en el trajín del negocio de sus padres en el mercado de la zona. Sin quejarse.

Sus allegados me contaron cómo ella había cambiado sus vidas con su forma de ser y yo dentro de mi inocencia del momento, no sabía que ella me cambiaría la existencia y que un par de ocasiones serían vitales para mi supervivencia.

Como un colibrí

Fernanda dejó claro desde el primer momento que su forma de vivir no era estacionaria, que se movía de un lado al otro, de manera incansable, así que tuve que acoplarme a un estilo de presencia fugaz pero consistente, porque la velocidad en que se iba y regresaba era tan vertiginosa, que le daba la sensación de ser omnipresente en mi vida.

Para respaldar esta idea, les cuento que hemos tenido reuniones, donde ella llegaba, se comía dos tequeños, decía lo que tenía que decir, se coordinaba lo que se tenía que hacer y arrancaba. Ella nunca ha sido mujer de perder el tiempo y a pesar de eso, tiene la costumbre de hacer que cada minuto cuente.

Una vez entendido este elemento, entre encuentros fugaces y otros un poco más calmados, la fui conociendo cada vez más.

Mi Fernanda

Entre idas y vueltas, Fernanda se volvió eterna, practicamente yo vivía huyendo del tiempo, de las despedidas, de los amaneceres. Sin embargo, a ella siempre me gustaba regresar, porque a su lado siempre conseguí una paz enorme, que con pocas personas he podido experimentar.

Poco a poco, lo que comenzó como un trabajo provisional, se convirtió en una amistad sin medidas y mientras yo seguía escuchando a personas hablar de su belleza, de su presencia en redes sociales, de su carísma. Yo me quedaba en silencio, disfrutando en secreto, esos encuentros furtivos donde siempre había café, buena comida, una gran charla y un eterno planificar.

En muchas ocasiones, desde la distancia vi como ella subía cada peldaño en pro de su sueño, siempre me hizo sentir orgulloso, era mi amiga, la que estaba conquistando el mundo y no sentía la necesidad de contarlo, sino de vivirlo junto a ella, en alma y espíritu.

Fernanda es un oráculo, porque ella siempre tiene una respuesta ideal y muchas veces sus consejos parecen salidos de los mismos dioses, cuando habla contigo sus ojos cambian de color y hasta sus emociones pueden multiplicar su efecto tornasol.

El teléfono y la distancia

Tenía que viajar lejos de ella, para darme cuenta de que era una parte vital de mi día a día. Yo era un perro que no mordía en la medida que ladraba y necesitaba de su consejo adecuado, preciso. La extrañaba más que nunca.

Dejé en más de una ocasión, una vela encendida, esperando que el camino la llevará de vuelta a mis pasos, así sea por un instante.

El universo de los «en línea» y las llamadas sin caer; se fueron moviendo hacia un puente hecho por la tecnología y de repente los encuentros fugaces se convirtieron en un instante frecuente, donde, así sea poco conversábamos de cualquier cosa.

Gracias a ello, le conté mis caídas a través de los territorios de las pantallas y los cargadores. Ella siempre tenía algo que decir, que subía mi ánimo, que me hacía seguir adelante entre tanto terreno vedado.

De Fernanda Zabian estoy seguro que será leyenda y que llegará a su destino, conquistará todas las cimas. Su destino es grande y es inevitable, que ella con su talento cambie al mundo.

Y para terminar…

Fernanda es la mujer que cuando mira hace un estruendo de enormes proporciones; esa que con palabras a un volumen adecuado pone todo en su sitio. Una melodía hecha persona un ser con el poder de rentalizar el tiempo, porque a su lado uno puede vivir un millón de veces más.

Muchos se quedarán con su rostro, pero pocos saben que lo más hermoso que tiene es su alma, su forma de ser es digna de ser escrita en alguna película o una serie de Netflix.

Quererla es inevitable, porque es una amiga como casi nadie en la tierra y yo soy demasiado feliz de tenerla a mi lado, porque desde que la cononocí, ha sido como una especie de ángel de la guarda, que no me desampara ni de noche, ni de día.

Admiro a Fernanda porque es valiente, porque se enfrenta a todo y sigue siempre hacia adelante; porque pone paz en los conflictos y porque a pesar de cargar muchas cosas en su vida, no deja de soñar.

Por acá ya elegí el lugar donde esperarte con unos tequeños, un café y una historia que contar. Aún tenemos que conquistar al mundo, aquí te espero.

3 comentarios

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La vi a través de un telescopio, salió corriendo al balcón, necesitaba aire. Al principio decidí que Fernanda era una niña mimada, y una coqueta, una persona cínica, pero resultó que era diferente, no sé lo que me espera en esta vida en la tierra, saber que mi futuro es un gran pecado, por eso espero encontrar buenas personas en mi vida, a lo que me siento atraído, soy muy sensible y si siento rechazo alcanzo la velocidad de la luz y me voy a otro sistema solar, porque dos soles no pueden iluminar mi vida. Fernanda es el sol. Me alegró mucho saber que hay criaturas tan lindas en el mundo, espero que su luz dé energía durante muchos años.

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