De la mano de AGTE Live Entertaiment, el grupo español La Oreja de Van Gogh, abrió la caja de los truenos de las notas y desató una tormenta musical, en el escenario del James L. Knight Center, en la ciudad de Miami.
Las luces se apagaron; de inmediato una serie de luces hicieron el símil de una tormenta, anegaron el ambiente. Todo estaba listo para presenciar uno de los mejores shows del año. En mi caso muy puntual, ha sido uno de los días más felices de mi existencia.
Los integrantes de la banda salieron a sus puestos; donde iban a comandar un auténtico aluvión de notas musicales, que se impregnarían en cada alma presente. La Oreja de Van Gogh estaba presente en Miami y venían en son de darlo todo en tárima.
Leire Martínez tomó el micrófono y dejó claro que en esa tormenta, ella representaría los rayos; porque iluminó el sitio con su luz interna y su candidez. Sus palabras fueron bálsamo para los presentes y su voz abrió el telón de los recuerdos de cada quién. En las pupilas furtivas de algunos, se asomaban lágrimas y en los ventanales de los labios, otros mostraron su mejor sonrisa. Todo gracias a esta mujer, que con su presencia, llenó de electricidad todo el recinto.

Haritz Garde, por su parte, representó a los truenos. Ese sonido que retumbaba en los corazones. Con su batería ejecutó verdaderas obras de arte y dejó claro porque es uno de los mejores con ese instrumento. Con su maestría, fue el soporte invisible de todas las emociones que se desbordaron en el James L. Knight Center.

Por su parte Xabier San Martín fue el viento; y la cofradías de notas que salieron sus dedos; viajaron por el aire y llegaron a cada uno de los que ahí estaban. Como una fuerte brisa, su arte estaba en todas partes, nos rodeó a todos y nos elevó en esos minutos que duró ese evento.

Pablo Banegas, tuvo el rol de las nubes, que al escuchar su ejecución en la guitarra no se tornaron grises, porque sus cúmulos, cirros y estratos de sonidos, eran tornasoles. Su participación mostró un horizonte donde muchos de los que estaban ahí, anhelaron volar sus cometas en el cielo.

Álvaro Fuentes hizo de precipitación, una magistral llovizna de esas que no mojan, pero empapan. Sus notas se fueron colando en las mentes y poco a poco, inundó de sensaciones a las cientos de personas que fueron al evento.

Canciones como «El último vals», «París», «Durante una mirada»; «Muñeca de Trapo»; «Deseo de cosas imposibles»; «La Playa»; «Puedes contar Conmigo»; «La Niña que llora en tus Fiestas»; «Jueves»; «Cuídate»; «Sirenas», «20 de enero» y «Cometas en el Cielo»; fueron auténticas descargas, que impactaron muy hondo.
Lo cierto es que en medio de esta tormenta, los que fuimos testigos; decidimos bailar; cantar, saltar y drenar. Por algo más de dos horas, fuimos como Gene Kelly en su película «Singin’ in the Rain». Nuestra felicidad, fue el punto y final de la noche, y como era de esperar, quedamos con ganas de más.
En lo particular espero que en la ciudad de Miami, en 2023 se de un pronóstico de tormenta y poder volver a ver una de las mejores bandas del planeta. La Oreja de Van Gogh.