Stephanie Hernández: El meridiano de una quimera.

Nacida en mi vida, del juego oportunista del destino, ella no figuraba en ninguna quiniela, y sin embargo, aquí está.

Recuerdo el momento en que su mirada y la de unos otros, se cruzaron por primera vez; ella estaba sondeando esa sala donde reinaba una patina blanca amarfilada; junto a una serie de desconocidos que pronto harían temblar al mundo. Entre tantas miradas curiosas, la de ella reinaba, porque al pesar del desconocimiento de esa nueva demografía, ella no se dejaría apabullar.

Ella es, como una locomotora sobre las vías de una montaña rusa; es casí imposible que su impetú te atropelle, te arrase, te lleve a nuevas confimeras de la vida. A su lado se puede hablar de temas que nunca te imaginarías, pero realmente lo que impresiona es la cantidad de dimensiones que su piel abarca y como su energía te transporta desde el inicio de una historia al final de todos los tiempos.

Su característico corte de pelo; su piel adornada por sus llamativos tatuajes, su mirada que se cierne en modo de sospecha, su personalidad que se baña en los mares de la utopía, te marcan, te poseen. Esta gata sin dueño, tiene el poder que a pesar de no tocarla, la sientes encima, adentro, afuera; porque ella se vuelve aire y hálito de vida.

Sinfonía de corte metálicos, sus pensamientos son como la fuerza que convierte cualquier carbón en diamante y es sin duda una especie de super poder, porque ella convierte los momentos más ordinarios en bajaritas de cromos, de esas que llenan los álbumes de la memoria.

Está es una ligera descripción, un punto de partida, de muchas historias en torno literario que pronto vendrán en esta página, y su este artículo a modo de advertencia, sólo marca los primeros compases de vivencias aún por nacer, de momentos que tienen naturaleza de quimera. Están avisados.

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