Jacinto miraba fijamente la estación de trabajo donde tendría que trabajar, pensaba en el laberinto de circunstancias que lo fueron llevando a estar en aquel lugar que semanas después lo haría odiar las flores y conseguir uno de los mejores instantes de su vida.
Colocó sus audífonos sobre su cabeza y el azar de su lista musical le trajo «Every Breath You Take» de la banda británica The Police, respiró profundamente y se montó en el pasillo metálico donde estaría por más de 12 horas bajando tobos con flores hacia las cajas que desfilaban indiferentes a sus pies.
Luego de 4 horas de labores, ya sus manos estaban entumecidas por el frío del agua y la dureza de la rutina, pensaba seriamente en salir corriendo del lugar, cuando cambiaron a la mujer que le pasaba los tobos y de repente, una chica nueva lo cautivó con su sonrisa tímida que contrastaba con su mirada algo infernal.
Bajó la mirada, cayó en cuenta que las flores se acumulaban en el carril y debía ocuparse de bajarlas a las cajas y en sus audífonos sonaba «Tutti Frutti» de Little Richard, música propicia para mentarle la madre a sus jefes explotadores con aquella frase de «Wop bop a loo bop a lop bom bom».
Dos horas después de ese momento, un descalabro en la parte de la echura de las cajas, permitió que Jacinto frenara el ritmo frenético, en sus audifonos sonaba la canción «Girl» de Los Beatles y justo en la parte de la canción que decía:
«Was she told when she was young the pain
Would lead to pleasure?
Did she understand it when they said
That a man must break his back to earn his day of leisure?
Will she still believe it when he’s dead?
Ah girl, girl, girl».
Alzó su mirada y ahí estaba ella, la banda sonora que caía en sus oídos por orden algorítmico, empezaba a desconcertarlo un poco, todo comenzaba a encajar perfectamente, como si le dieras play a «The Dark Side of the Moon» de Pink Floyd viendo la película «El Mago de Oz».
Cuando estaba viendo a la chica, esta le hizo señas para quitarse los audífonos y cuando lo hizo. Ella le dijo que revisara el fondo de un balde vacío que pasaría por la correa de su estación, cuando llegó a las manos de Jacinto, la chica misteriosa sonrío. En el fondo había un papel que decía «me debes un café en la salida». El trato estaba sellado, aunque aún faltarían al menos 6 horas para que eso sucediera.
El resto de la jornada fue un gran dolor de cabeza para Jacinto, primero, porque la señora Lirio, coordinadora del wharehouse decidió cambiar a la misteriosa y bella chica, por la Jazmín, una mujer que pagaría sus amarguras lanzando flores con rabia durante las siguientes horas, sin importar colapsar a quien sea con su ritmo endemoniado.
Llegó la hora y Jacinto comenzó a salir lentamente del wharehouse, sus piernas pertenecían a otra dimensión y en medio de su caminar accidentado, llegó como un torbellino, esa chica misteriosa. Lo golpeó en la espalda y le dijo, «para eso es bueno un poco de calcio y un diclofenac amigo». Jacinto la miró en silencio y se dio cuenta que toda la ropa de ella, tenía la misma tonalidad de color morado.
La chica siguió con su energía, como si nunca hubiera pasado 13 horas manipulando flores casi sin descanso. Jacinto no encontraba palabra para decir, en parte porque su cuerpo estaba despertando y en el proceso en que sus piernas volvían a ser sentidas y controladas como corresponde.
Ella le dijo «Conozco un café cerca de aquí, pero te aclaro que mi intención es secuestrarte y vender tus órganos en el mercado negro».
Jacinto se río a mandíbula batiente, quizás no fue lo más gracioso que haya escuchado en su vida, pero ese día fue lo mejor que podrían haberlo dicho… el hielo estaba roto y el destino comenzaba a lanzar los dados.
Minutos después y con un café en las mano, se enteró que la misteriosa chica, (cuya descripción se guardó en este relato), se llama Violeta Margarita de la Begonia. Jacinto pensó para sí mismo, que tanto su nombre como el de ella, eran curiosos para trabajar en un lugar que distribuía flores para la temporada del Día de los enamorados.
Esa cabilación fue interrumpida por abrupta aseveración por parte de Violeta que le dijo «Tú eres la persona que me va a ayudar a destruir así sea un poco el malvado equilibrio de las flores». El se quedó mirando en silencio, sabiendo que lo haría sin pensarlo. Mientras que en su audifono sin desconectar, se reproducía la canción «Cherrybomb» de «The Runaways».
Hello world! I’m your wild girl.
I’m your ch-ch-ch-cherry bomb!
«Tú eres la persona que me va a ayudar a destruir así sea un poco el malvado equilibrio de las flores».