Surcando el velo del tiempo y la geografía, encontramos a Vanessa Velasquez Piraino, una mujer cuya historia es una amalgama de vivencias, esfuerzos y sueños. Nacida en el corazón pulsante de Lagunillas, Edo. Zulia, Venezuela, lugar donde su infancia floreció como una mariposa entre los mejores momentos, hasta que las alas del cambio la llevaron al otro extremo del mapa, a una ciudad muy diferente; Maturin, Edo. Monagas».
En ese paisaje diverso, Vanessa se labró un camino en la prestigiosa Universidad Gran Mariscal de Ayacucho, donde se convirtió en Abogado, como quien se forja en el acero de la ley y la justicia. Su carrera la llevó a trabajar en un bufete, asistiendo en la lucha de casos, hasta que la esperanza de un futuro mejor se convirtió en el motor de un viaje más allá de sus fronteras, hasta Estados Unidos.
En ese terreno lejano, Vanessa descubrió la esencia de la independencia, aprendiendo a desenvolverse en un abanico de roles laborales. Desde ser Busser hasta dedicarse a la labor social con niños no acompañados, ayudándolos en su reunificación familiar. Vanessa no se encasilla, es un libro con muchas páginas y cada una de ellas resplandece con una historia diferente.

Ella es una paleta de colores, multifacética. Encuentra su pasión en el modelaje y el maquillaje, soñando con desfilar para grandes marcas y tener su propio spa. Su estilo, un delicado flow fresita, con un toque de grafiti urbano, refleja su manera de entender la moda como una vía de expresión y no como un martirio de tendencias. Siempre en búsqueda de conocimiento, cada tema desconocido es un reto que indaga y desentraña. Fiel amante del fútbol y del crecimiento personal, es una entusiasta lectora de todo aquello que nutre su esencia.
Aunque parezca inverosímil, Vanessa es una auténtica chica 4×4. Le gusta la vida del Camping, Off-road y la adrenalina. Su lema es «Toyota Girls Do It Better», donde el rugir de los motores y la emoción del off-road alimentan su espíritu aventurero.
Si tuviera que elegir un superpoder absurdo, optaría por manipular el tiempo. Detenerlo, acelerarlo, hacer varias cosas al mismo tiempo, deslizarse entre las agujas del reloj como quien baila con el viento. Su personaje de dibujos animados favorito, Sakura Haruno, es un reflejo de su propia personalidad; astuta, inteligente, con carácter, generalmente amable y muy positiva, pero también con un lado frío que surge en ciertas ocasiones.
El antiguo Egipto sería su destino si pudiera viajar en el tiempo. Le fascina su historia, su cultura, su literatura. En esa época, Vanessa se vería representando a las diosas de Egipto, hablando siete idiomas y contando a Cleopatra como su mejor amiga.

A lo largo de la tapestría de su vida, ha seleccionado hilos de vivencias, sueños y convicciones que tejen un retrato fascinante. Pregunta tras pregunta, descubrimos una figura que resuena con la fuerza de un elefante, su elegido compañero de vida. En su lealtad y determinación, encuentra un eco de sí misma, un animal que vive cada día sin agenda ni rutina, simplemente abrazando cada momento que se presenta.
Podríamos imaginar a Vanessa en una casa flotante, pero no cualquier casa flotante. Esta estaría anclada en el majestuoso Salto Ángel, en el Edo. Bolívar, Venezuela. Como un templo de quietud entre el bullicio de la vida, allí conectaría con la naturaleza, dejando que los pensamientos flotaran río abajo y prestando toda su atención al canto de los pájaros, al susurro de las hojas, al rumor del viento. En este santuario verde, su espíritu se recargaría, alcanzando su mejor estado: «Hablamos el martes», diría, mientras acumula energía para el camino que le espera.
Si fuera un alimento, Vanessa sería un banquete equilibrado que aporta una variedad de nutrientes. No solo se alimenta del mundo, sino que aporta a él con su presencia y acciones. Así como ella es una persona completa, también lo es el plato que representaría. Un plato fuerte, como la pasta ravioli, merecedora de toda su atención. Un plato que, con pocos ingredientes, estalla con un sabor audaz, al igual que Vanessa, quien vive intensamente cada instante.

En la gran biblioteca de personajes ficticios, Vanessa escogería ser la chica guerrera y sensual al estilo de Resident Evil. Viajaría por el mundo sin miedo, enfrentando cada desafío con la misma tenacidad y coraje que lleva en su propio corazón.
Y si su vida fuera una canción, sería «Soy Mía» de Natti Natasha y Kany Garcia. No una princesa en espera de su salvador, sino una mujer fuerte que toma sus propias decisiones. Porque en la calle o en la almohada, es ella quien decide su camino, y si alguien viene a iluminar sus días, que sepa que ya había luz antes de su llegada y que su tarea no es salvarla, sino acompañarla en la maravillosa melodía que es su vida.

1 comentario
Añade el tuyofelicitaciones y éxitos estimada prima, siempre con la semilla del quehacer más, muchas bendiciones en ese camino que labras y recuerda siempre la humildad por delante y verás recoger los frutos,,, te abrazo con corazón ❤️